sábado, 15 de octubre de 2011

Orgasmo femenino…

                     
Ella estaba recostada en su cama con los ojos cerrados,
y con sus frágiles manos recorría lentamente todo su cuerpo,
apretando y arrugando la seda de su camisón rojo,
que poco a poco iba descubriendo esos pechos,
tan apetitoso  como sus carnosos labios color rojo fuego

La luna, desde la ventana,
bañaba caprichosamente su blanca piel
y en la oscuridad de la noche,
transformaba las contorsiones de ese agitado cuerpo
en un mágico y maravilloso juego de luces y sombras.

Mi corazón no hacía más que latir como un caballo desbocado,
y sin entender lo que me pasaba…
la necesidad de mirar se volvió imperioso.
Comencé a desearla..
Cuando la vi jugar con su sexo ardiente y mojado...

Abrió sus piernas y sus jugos brillaron como finos ríos de plata
ante el resplandor de la luna;
ríos que iban a morir a un mar que yo imaginaba dulce y tormentoso
agitado por las olas de sus dedos que se hundían en él
inquietos y desesperados,
como buscando un tesoro perdido.  
  Y el tesoro fue encontrado.

                
Lo supe cuando la escuché gemir y jadear y retorcerse
con la desesperación de un condenado a muerte,
mientras sus entrañas se aferraban con espasmos
a ese improvisado barco que ella hizo naufragar en sus profundidades,
socavando los confines de su ser.
                   
                                 Y después de la tormenta, llega la calma….     
 Las olas se aquietan y devuelven los despojos a la playa.  
 Se dejó volar unos segundos, exhalando un largo
 y suave suspiro de placer y, con la satisfacción dibujada en sus ojos,    
termina diciendo: Orgasmo femenino”…


                                                              A. J. Márques


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